Es bien sabido que a los hombres nos cuesta más trabajo aceptar el hecho de que todo en la vida tiene fecha de caducidad, la infancia dura poco -en esta etapa no tenemos problema, nos urge ser “adultos”- luego viene la adolescencia y es justo aquí, en donde queremos prologarla desde que salen las primeras espinillas, hasta las primeras canas.
¿Pero, por qué pasa esto? Sin tener un argumento científico; sino basándonos en el empírico, la etapa de la adolescencia suele ser el periodo más divertido de nuestras vidas que poco a poco se va apagando por el pesado yunque de las responsabilidades o por el dolor de las rodillas luego de tantas caídas de la bicicleta, motocicleta o patineta.
¿Pero todo lo que crece se tiene se apagar su luz? Antes de manejar el MINI Countryman -en su segunda generación e incluso desde la primera- pesábamos que sí; pero hoy nuestra percepción cambió, al menos en este ejemplo.
Ya de por sí, la concepción del MINI Countryman es de ser el modelo familiar que ofrece todas las cualidades dinámicas del resto de sus “hermanos menores, en esta segunda generación creció 20 centímetros en longitud y el ancho en aproximadamente 3 centímetros. Este incremento en las dimensiones permite que el habitáculo ofrezca más espacio a los pasajeros y en la zona de carga. Por ejemplo, la cajuela ahora tiene una capacidad de 450 litros, esto significa un crecimiento de 100 litros.
Pero que este aumento en dimensiones no debe de confundirnos, en cuanto al manejo, sigue siendo igual de ágil, poderoso y preciso, como nos acostumbró la marca desde la generación pasada, en donde ya había encontrada la correcta calibración entre el tan mencionado manejo de Kart -que lo describe a la perfección- pero con las condiciones de terreno que imperan en México.
Este manejo divertido puede regularse de acuerdo al mood del momento a través de un aro que “enmarca” la palanca de cambios, con tres modos de manejo que transforman por completo al vehículo y sus reacciones. Su motor corresponde a un 4 cilindros con 192 caballos que son controlados gracias a una caja automática de ocho cambios con modo manual.
Cuando conduces al Countryman en Modo Mid (o normal), es decir, el adecuado balance entre deportividad y eficiencia y crees conocerlo, tiene la oportunidad de cambiar el modo de manejo a Sport y tendrá un manejo completamente diferente. Countryman se hace “respondón” a la menor provocación. El pedal del acelerador es más “suelto” y la caja efectúa los cambios cerca de la zona roja del tacómetro.
Este modo de manejo lo utilizamos en la libre a Toluca, a una hora en donde sabíamos que era probable que no fuera transitada por tantos vehículos y descubrimos que aún no somos jóvenes para divertirnos como niños, pero que nuestra edad nos dictaba manejar respetando los límites de velocidad. Lo que dio como resultado una fórmula ganadora.
Pero, existe un tercer modo de manejo, para los que quieren cuidar los consumos de combustibles existe la opción Green, que orienta el funcionamiento de todos los sistemas para ahorrar combustible.
En esta segunda generación, el interior de MINI Countryman se nota más la mano de BMW, es un interior que, si bien mantiene estéticamente divertida y nada tradicional que ha sido parte de su sello, ésta se ve más madura y más lujosa. Incluso, ahora, como equipamiento de serie, el nuevo Countryman presume una pantalla centra a color de 8.8 pulgadas con tecnología táctil.
La puerta de la cajuela ahora es automática, un elemento que no esperábamos ver en un vehículo como este y que por lo general es más orientado para el sector de las SUV, quizá esto nos deja ver realmente el terreno en que quiere posicionar la marca a este producto.
En resumidas cuentas, MINI Countryman resulta ser un vehículo que no perdió de una pizca de frescura, pero que ahora puede ser utilizado por el o la joven que ahora necesita tener un vehículo menos personal. Tal vez la familia ya creció, pero la diversión no tiene por qué parar.