El Gobierno de México, a través de la Secretaría de Economía, encabezada por Marcelo Ebrard Casaubón espera concretar una pronta reunión con el CEO de Tesla, Elon Musk, “para conocer sus planes de inversión y producción en el país”, una vez que se materializó la victoria de Donald Trump, en las elecciones presidenciales de Estados Unidos.
Recordemos la amplia promoción que hizo el gobernador de Nuevo León, Samuel García acerca de la “llegada de Tesla” al estado mexicano. Sin embargo, la inversión se detuvo en julio del año pasado debido a la posible victoria de Trump a la presidencia de Estados Unidos y con ello una avalancha de políticas comerciales proteccionistas, con un aumento de los aranceles.
No obstante, fiel a su estilo poco consensuado, el entonces presidente de México, Andrés Manuel López Obrador adelantó que la llegada de una fábrica de Tesla a Nuevo León no era seria, y obedecía únicamente al debate propio de las campañas electorales, al tiempo que acusó al sector empresarial de especular en Bolsa con este tipo de afirmaciones.
Con la victoria de Donald Trump, el secretario de Economía de México, Marcelo Ebrard, ahora bajo las órdenes de la presidente Claudia Sheinbaum, manifestó su intención de reunirse con Musk para conocer sus planes para México, entre los que figura la viabilidad de la planta de producción de sus vehículos en Nueva León.
“Desde luego voy a procurar una reunión con él pronto para que me diga exactamente qué está pensando, si es que eso es posible tenerlo claro en los próximos meses, y ver qué podemos hacer para que ese proyecto siga adelante”, precisó.
Tratado de Libre Comercio “el mejor negocio”
En una charla radiofónica, el secretario de Economía aprovechó para defender la vigencia y modernización del Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá, al definirlo como “el mejor negocio” para los países que lo componen.
Trump amenazó durante la campaña electoral con poner aranceles del 25% a las importaciones de México. Para Ebrard, esta propuesta carece de sentido, ya que supone aplicar tarifas directamente a las empresas estadounidenses, que también sufrirían las consecuencias de esta política comercial.