Hagamos un recuento rápido a través de los modelos deportivos más icónicos de Ford: el siempre majestuoso Ford Mustang con sus múltiples carrocerías y diferentes motorizaciones; por supuesto el Ford GT40 que rompió con la hegemonía de Ferrari de cinco años en Le Mans; el Ford Capri de 1969 que ahora está de regreso bajo una motorización electrificada y aceptémoslo, ajora luce altamente domesticado. El Ford RS 200 que se popularizó entre los aficionados al motor por culpa del Mundial de Rallys; el Escort MKI de 1969, un maravilloso y compacto coupé de dos puertas, con tracción trasera y podríamos seguir y seguir.
Sin embargo, en la nueva historia de Ford, salvo uno o dos casos excepcionales, “la irreverencia” fue desplazada por modelos correctos, tecnológicos, funcionales que cumplen su función al pie de la letra: desplazarnos del punto A, al B; pero incapaces de arrebatarnos una sonrisa.
En este sentido, el CEO de la marca, Jim Farley precisó que el verdadero potencial está en no hacer más coches “aburridos” y reveló que considera que deben seguir la línea de los modelos icónicos que tan popular hicieron al fabricante norteamericano, aunque sea una apuesta algo arriesgada.
Y en cierto modo guarda bastante lógica con las maniobras llevadas a cabo últimamente, pues el Ford Mondeo y el Ford Fiesta ya dejaron de producirse, y el Ford Focus -a nivel global- correrá la misma suerte en 2025, en México llevamos algunos años sin su presencia.
El renacer de Ford lo vemos en Bronco, Raptor y Mustang, este último, asegura Jim Farley, con todas las opciones para competir al nivel de rivales como Porsche.
Esta maniobra tan ambiciosa como arriesga de Ford daría paso a que los vehículos más pasionales de la gama se conviertan en el negocio principal, cuando el consejero delegado reconoce que durante este tiempo siempre han sido algo “secundario”, afirma en las declaraciones al medio inglés Car Magazine.