De acuerdo con datos de OCC Mundial, las solicitudes y búsquedas de empleo aumentan en un 44 por ciento entre los tres meses finales de año (octubre, noviembre y diciembre) y esta tendencia se mantiene durante los dos primeros meses, es decir enero y febrero.

Para conseguir un nuevo empleo se vale casi todo, siempre y cuando no se haga trampa. No se falseé un historial laboral o se inventen habilidades que no se tienen. Y sí por supuesto que es importante nuestra preparación, vaya, tener un buen currículum, ir el día de la entrevista con una correcta vestimenta.

Pero hay algunos afirman que todo, en esta vida se consigue sí primero, tenemos una buena actitud… una teoría que se llama: “El Efecto Bombilla”.

Tan variadas son las personas, como las prioridades que cada uno tengamos, sin embargo, al final del día todos tenemos algo en común y es: OBJETIVOS.

Y como ya lo dijimos: En la guerra y en el amor todo se vale, pero qué tal si empezamos de adentro, para afuera… desde nuestra actitud.

Víctor Küppers conferencista y especialista en potenciar habilidades de deportistas y empresarios asegura que las personas somos como bombillas (o focos), porque todos transmitimos sensaciones y captamos las sensaciones que transmiten los demás.

Sin embargo, aunque todos transmitimos… no todos transmitimos lo mismo. Algo así como la famosa “vibra… buena o mala”.

Y asegura que del mismo modo que no todos los focos brillan con la misma potencia ni con el mismo tipo de luz, no todas las personas transmiten el mismo tipo de sensaciones.

Así, mientras que algunas proyectan un poderoso haz de luz, otras, no llegan a iluminar con la intensidad suficiente como para verse o directamente están fundidas.

Y en un mundo cada día más caótico, más rápido y menos personal… siempre el anunció más brillante, es el que llama la atención.

Y Víctor Küppers da a conocer una fórmula sencilla:

“V” es igual a “C” más “H” por “A”, donde la “V” es igual a Valor, la “C” son los Conocimientos, la “H” son las Habilidades y finalmente, la “A” es la actitud.

Algo así como imaginemos que las habilidades y el conocimiento es la dinamita y estás explotan y derrumban el muro, si le agregamos un detonador que sería la “Actitud”.

La diferencia entre el grande y el mediocre está en la actitud, dice Víctor Küppers. No somos grandes por nuestros estudios, nuestras habilidades o nuestros logros profesionales.

Lo que nos hace grandes es nuestra manera de ser. Eso es lo que cuenta. Lo que marca la diferencia.

Pero ¿qué pasa cuando la vida se complica?

¿Qué ocurre cuando se tuercen los planes,

¿cuándo las cosas no salen como esperábamos?

¿Cómo afrontamos los cambios inesperados que echan todo por tierra? Cuando las cosas van mal, tenemos dos opciones: resignarte o luchar.

Cuando el plan no va conforme lo imaginamos y ya no estamos hablando únicamente a la búsqueda de un empleo, sino a un matrimonio, noviazgo, la relación con nuestros hijos… ese viaje anhelado al finalizar al año…

Muchos se aferran al desánimo, la resignación y la apatía.

Se pierden la ilusión, la alegría y el entusiasmo. Se resignan.

Pero hay otra opción. La psicología positiva ofrece una salida en la medida que estudia qué podemos hacer para levantar el ánimo cuando encadenamos una decepción detrás de otra.

Lo normal es vivir con ilusión y con alegría. La ausencia de estos dos ingredientes es el primer motivo que debería hacernos reaccionar. Y sí lo normal es vivir alegres es porque nos merecemos ser felices.

La buena noticia es que la actitud se puede trabajar, ya que esto depende únicamente de nosotros. Somos responsables de nuestra propia actitud, y nadie más. De hecho, es de esas pocas cosas que en el fondo solo depende de nosotros.

Todo el mundo tiene derecho a vivir sus propios dramas. Pero una cosa es vivir un drama y otra muy distinta es tener problemas.

El planteamiento de Küppers es claro: hay muy pocas pérdidas que en el fondo puedan justificar la pérdida de nuestra alegría.

En este punto, el autor destaca la importancia de ser agradecidos. Cuando la inercia de lo negativo gana poder, es cuando más necesitamos ese ejercicio de reflexión, de manera que nuestro campo visual no quede reducido a lo que no ha salido como esperábamos, como queríamos.

No hay que concentrarnos en lo que ya no tenemos y quizá nunca regresará, sino en lo que sí tenemos y con esto es como podemos volver a formar la torre de nuestro castillo…. Más fuerte que nunca

Brilla, como foco y tu vida brillara… ¡literal!

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